Separamos las claras de las yemas.
En un cuenco ponemos las claras con las gotas de zumo de limón y en el otro las yemas con el azúcar.
Montar las claras
Luego, añadimos las gotas de zumo a las claras y a batir como si no hubiera mañana hasta que las claras queden duras duras, que podamos dar la vuelta al cuenco y no se caiga nada,.
Montar las yemas: Ésto es mucho más facil, batimos las yemas con el azúcar hasta que blanqueen y doblen su volumen, unos 5 minutitos sin parar.
Luego tenemos que ir incorporando las claras a las yemas muy poco a poco como de cucharada en cucharada e ir mezclando suavemente, con movimientos envolventes con la lengua pastelera, y seguir hasta que se acaben las claras.
Después hay que añadir la harina, lo haremos tamizándola (osea, colándola sobre la masa para que caiga como una lluvia) y poco a poco, cucharada tamizada de harina, mezclar con movimientos envolventes, cucharada tamizada de harina, mezclar con movimientos envolventes.
En todo esto podemos tardar unos 15 minutos, tiempo ampliamente compensado por los halagos de nuestros comensales.
Luego con el horno precalentado a 180º forramos la bandeja con papel sulfurizado y extendemos la masa bien por la bandeja.
Metemos al horno y dejamos unos 8 minutos, depende de vuestro horno, pero que no quede demasiado blando ni se dore mucho.
Tenemos que humedecer un paño de cocina limpio y extender sobre la encimera, cuando el bizcocho esté lo pondremos boca abajo sobre el paño húmedo.
Enrollamos el bizcocho y dejamos enfriar.
Cuando este frío podemos desenrollar con cuidado y rellenar. Se puede hacer de un día para otro sin problema, espero que con éstos consejos os salga siempre bien.
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