La materia prima, los callos, se hacen con diferentes despojos del cerdo, intestino y otras vísceras, que antiguamente se preparaban en casa con un largo proceso de lavado y desinfección con vinagre. Hoy día se suelen comprar ya limpios y preparados para añadirlos al guiso, aunque en los pueblos hay muchas amas de casa que los siguen preparando a la antigua usanza. Es un plato contundente y muy completo, ideal para los días de invierno, pero también se toma de tapa caliente en muchos bares. Normalmente se acompaña de cerveza, aunque también marida bien con un buen tinto con cuerpo.

Volver arriba ↑